12 octubre 2005

malabares

comienza el circo. salen los payasos, los leones, las hienas. la mofletuda del circo se ríe y cuatro veces al día me habla mi vagina, cotorreándome, por espacio de diez segundos cada vez, seguro canturreando su conjuntivitis. otras veinte veces, a lo mejor, mis pezones abrirán sus ojos saltones frente al espejo. sin incluir las cincuenta razones por las cuales mi cuerpo moverá sus transatlánticas nalgas a través del smog neblinoso de la ciudad ni las cien veces en que el reino de mis ojos mirarán el movimiento de los astros que cuelgan en la pared de tu cielo. y es allí, donde por suerte reconoceré que mi tronco corpóreo corresponde al ardid de estos años que me alojan y ni un solo vello de mi existencia, ni en mil años, se desmoronará ante todas nosotras, las que nos habitamos.