12 octubre 2005

reflexiones de una escoba

una vez me ilusioné con una escoba. guapa la escoba. tenía el torso recto, espacialmente hablando, fibrosa, de greñas rizadas, casi infantiles, de mirar enojado, pero simpático, como quejándose de la luz artificial o de la deformidad de las esquinas. ¡qué cuello el de mi escoba!, ¡qué mirada escondida la de mi escoba!, ¡qué parentesco tan genial con maclaren el de mi escoba! y bailaba con ella cuando niña (literalmente, aún conservo aquella cintilla azul de nuestro baile) y no permitía que nadie barriera con ella sino yo. era mi escoba. una mañana cualquiera, pusieron alfombras en mi casa y, ni modo, llegó repentinamente la aspiradora.
de allí en adelante busqué en todos los limpiadores del hogar, un sustituto, algo que se pareciera a su genialidad: un plumero, un lavaplatos, un paño hidráulico, un detergente quitamanchas, un roceador experimentado en limpiezas puritanas, un... y fueron tantos los momentos de buscarla que cuando me cansé y la olvidé por fin, descubrí que la casa estaba viva y que al aire que pasaba por su estructura no le quedaba ni el más mínimo polvo.

1 Comments:

Blogger Le Mosquito said...

Me gustó.

3:48 a. m.  

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